Una Tal Blanca

He tenido mas ideas de proyectos que cabellos en la cabeza; y no se si a ti te pasa, pero soy buenísima para idear, un poco lenta para ejecutar y terrible para mantenerlo en el tiempo. Una combinación complicada para crecer; aun así, he logrado concluir muchas cosas en la vida, claro que, podría estar en otro lugar financieramente de haber continuado con ciertos emprendimientos. ¿Qué pasa en realidad cuando iniciamos con algo y de repente, ya no sentimos la misma motivación que al principio? Es una muy buena pregunta, y, en retrospectiva, muchas de las veces puede tratarse de una emoción que cumple con todas las expectativas del momento, pero que no se ha articulado de la manera correcta para darle curso. E stá claro que, para un proyecto de cualquier índole, la planificación, la viabilidad y la disponibilidad de recursos son vitales para su permanencia, sin embargo, no todos necesitan pensarse tanto, ni una estructura muy elaborada y mucho menos un gran presupuesto. Creo que en gene

¿Alguna vez te has quedado en casa, conforme y tranquilo pensando que esa oportunidad que dejaste pasar no era para ti? bueno, no has sido el único, pero déjame decirte que esa falsa conformidad tiene su nombre, se llama MIEDO y posiblemente, no ha sido tu culpa en su totalidad. El miedo es como un hijo al que vamos criando, alimentando, mimando y se va fortaleciendo con el tiempo; podríamos decir, que, aun desarrollado en su esplendor, aun sintiendo que nos pesa, que no nos deja avanzar, seguimos cargándolo, porque ese hijo que nos hace sentir tan cómodos, ha creado un vínculo tan fuerte con nosotros, que creemos que si realizamos alguna acción que nos mueva, estamos perdiendo algo valioso. Si nos fijamos, cuando éramos niños, antes de que los adultos iniciaran a decirnos que estaba bien y que estaba mal, solíamos tomar nuestros propios riesgos, sin medir claramente las consecuencias, pues, obvio, no sabíamos lo que pasaría después. Nuestras acciones no eran guiadas por la razón,

Nadie puede hablar de lo que no sabe, pero hablar de lo que pasa en ese compás de tiempo, en el que no sabes si volverás a tener estómago después de terminar una relación o volver a sentirlo cuando se te revuelve solo de ver a la siguiente persona que te guste, puede parecer bastante cuesta arriba. Es que puede ser el estado más indefinido y toxico que puede vivir un ser humano o puede resultar un gran paso de redescubrimiento que te lleve al próximo nivel de madurez emocional. Claro está, si es que se da ese tiempo, porque de lo contrario tu próxima relación puede resultar un poco diferente a como lo pensaste, pues eso de que un clavo saca otro clavo, no está científicamente comprobado. Lo ideal es que, al igual que cuando muere un ser querido, nos demos el tiempo para procesar la perdida, interiorizarla y luego movernos de lugar para seguir avanzando. Claro que no todas las perdidas resultan ser perdidas. Si salimos de una relación complicada, que nos carga la mochila mas de la cue