Orgullo saludable...

 El orgullo no es tan malo como lo pintan, sobretodo cuando se trata de protegernos a nosotros mismos. De quién, específicamente? De nosotros mismos.


Somos seres pensantes y con capacidad de discernimiento, pero cuando se trata de algo o alguien que nos vuelve locos, nuestro pensamiento se detiene. Y ahí es donde empieza la colosal lucha entre el consciente y el inconsciente.

Nuestro consciente se hace preguntas lógicas y analíticas: me conviene este sentimiento o este deseo ? Cómo afecta esto a mi futuro ? Puede causar daños a terceros? Puedo mantener el control sin perjudicar algún aspecto de mi vida ?

Mientras que el inconsciente, quien generalmente se rige por el principio del placer, responde esas preguntas con cosas cómo estas: no te conviene pero te hace sentir bien, el futuro es ahora, si no es ahora no será nunca, que importan las consecuencias, yo puedo lidiar con ellas, mi vida es mía y la vivo a mi manera.

De ahí, desde donde nacen nuestras dudas, sale a nuestro rescate el orgullo, pues no hay mayor temor para un ser humano, que el rechazo de otro ser humano.

Y conseguimos mantener el equilibro en nuestra lucha cuando nos llegan pensamientos como: Mis deseos no son tan fuertes como mi moral, esa o esas personas no valorarán mi osadía o mi sacrificio, si expreso lo que realmente siento pareceré un tonto, nadie es tan importante como yo, para mi mismo.

Nadie es como realmente es, siempre habrá una lucha interna para cada decisión que tomemos, sin embargo, siempre saldrá a flote aquello con lo que más nos identificamos, aquello que nos parece más sostenible, aquello que nos mantiene con vida.

Si eso te da vida, sigue adelante. Pues sin vida, termina nuestra lucha. Cualquiera que sea. Animo!

BR.

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